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Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.

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Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.

13/10/20

¿HUYAMOS... Hacia la DERECHA?

 
 

     Las explicaciones fluyen como si de un jubilado sentado en el banco de la plaza vinieran, pero no son aceptables si quien las enuncia es el Presidente, porque millones de compatriotas tienen hambre, lo pasan muy mal, sin embargo sólo se atienden las demandas de la clase media... 
 

(...)

Verbitsky —Me preocupa el aumento del precio de los alimentos, que es una penuria para los sectores más golpeados. El gobierno permanentemente dice que pretende evitarlo. ¿Qué no está funcionando para que pase esto?

Alberto Fernández —Tenemos Precios Cuidados en los grandes centros de compras, los supermercados y los hipermercados. Allí están funcionando. Pero hay mucha tensión porque los precios se han mantenido durante meses y muchos de los insumos con los que se producen esos alimentos han aumentado. Lo estuve hablando con productores de alimentos, que me vinieron a plantear este problema. Ellos no quieren incumplir los Precios Cuidados, pero están viviendo un momento de tensión. Si uno va a un supermercado los Precios Cuidados los encuentra, si va a un almacén de cercanía, allí efectivamente, como vos decís, los precios se empiezan a disparar. 

Verbitsky  —En frescos, carnes y vegetales, es muy notorio.

Alberto Fernández —En todo lo encontrás. La causa puede estar dada por especulaciones. Tenemos la economía virtualmente contenida desde el comienzo de la pandemia y la contención básicamente es el cuidado de los precios en alimentos, tarifas y alquileres, además de evitar desalojos. La pandemia ha desordenado la economía, en todo el mundo. Nosotros también lo padecemos y sobre fin del año vamos a tener el panorama más claro para enfrentarlo en 2021. De aquí a fin de año tenemos que contener, porque la pandemia no terminó, está en su peor expresión en este momento. La vivimos un poco más aliviada en el AMBA. Pero en el interior se ha desplegado con una ferocidad enorme...

 
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Al compañero Presidente

 

Lo primero en esta nota es, como ejercicio de modestia, preguntarse quién es uno para cuestionar a un Presidente. Y lo segundo es citar, honradamente, sus propias palabras: "Cuando esté fuera del camino correcto, necesito que me lo hagan saber".

Desde luego que este columnista no pretende tener un correctómetro, pero sí tiene el deber y el derecho periodístico de señalar algunos posibles yerros. De eso trata esta nota, y ante todo subrayando que la República Argentina tiene hoy un Presidente que además de buena persona es un hombre honrado, académico respetable y muy trabajador. Sereno y cerebral, es también un hombre sensible que parece tener una apreciable formación cultural, además de ser futbolero y gustar de la música nacional: el rock y el folklore. Y no me consta, pero seguro ama el tango porque es un porteño con mirada ancha, que hace esfuerzos para no desentonar en ninguna de las 23 provincias y que tiene el don de caer agradablemente en todo lugar y circunstancia.

La moderación es una de sus características y quizá es por eso que parece que nunca se enoja, y si se enoja no se enfurece. Le sobran cualidades para ser Presidente de la República, y sin dudas fue la mejor elección que hizo Cristina al invitarlo a recuperar el proyecto nacional y popular. Por eso tantos millones votamos la fórmula que arrasó en las urnas el año pasado.

Pero como siempre pasa, el diablo metió la cola, como se dice vulgarmente, e infectó al planeta con una peste pavorosa, y a nosotros los americanos al Sur del Río Grande nos jodió la vida con saña feroz. Y si prácticamente todo este continente empezó a padecer lo peor de su historia sanitaria contemporánea, la verdad es que a nosotros nos tocó la buena noticia de tener a Alberto Fernández como Presidente. Prudente, cauto y amoroso en el más amplio sentido de la palabra, ha cuidado y cuida a 45 o 50 millones de habitantes, descontados, claro, los anticuarentenas y necios que toda nación tiene.

Pero si todas son cualidades, también es verdad y hay que decirla, que su gobierno viene también dejando la impresión, cada vez más firme, de que hay errores graves en su gestión. Y cree esta columna, con todo respeto, que quizás la básica y principal sea que el Presidente gobierna escuchando más a quienes no lo votaron y hoy lo aconsejan pésimamente, que a quienes lo llevamos al poder.

Para much@s compatriotas es inevitable fruncir el ceño cuando lo constatamos a diario, y nos sentimos azorados frente a determinadas actitudes y decisiones. Como cuando distingue pacientemente a los adversarios que le ponen piedras en el camino en todos los terrenos, y además parece que lo traicionan en su buena fe. Lo que obliga a pensar que el hombre se está equivocando ­–y cada vez más– en su estrategia de congraciarse con quienes lo desprecian y atacan, ahora, ya, por todos los flancos, y jamás lo favorecerán a él ni a la Patria.

El Presidente no debería cometer ninguna inocentada más. Su buena fe, educación y mejor trato son, hoy por hoy, gestualidades inútiles ante ciertas dirigencias dizque productivas y alguien tiene que decírselo. Porque por mejor que los trate y busque acuerdos, por muy educadas que sean esas reuniones, el Presidente ya debería saber que nunca, jamás, va a conquistar a esos tipos, cuyo antiperonismo es de hueso colorado y no van a cumplir jamás palabra alguna, porque no la tienen. Sólo tienen intereses y ya sabemos: en la Argentina de esos tipos, interés mata palabra.

El hecho cierto es que esas corporaciones, esos bancos, esos empresarios, latifundistas y agroexportadores a los que el presidente bien llamó hace poco "miserables", están esmerilando al gobierno. Nuestro gobierno. Que corre el riesgo, de no darse un volantazo de 180 grados, de ser arrollado por la canalla opositora, mediática y diplomática que amenaza con nuevos y repugnantes modelos de golpes de estado.

Modelos que en el grueso del gabinete presidencial parecen negarse, al menos mientras se continúa con políticas erráticas en algunos campos, como la comunicación institucional que parece no ver más allá de sus narices. Pruebas al canto: la TDA que sigue congelada, la falta de voceros responsables y astutos, y la persistencia de un cuestionable sistema de pautas publicitarias que sólo favorece a los mentimedios.

Y a ello hay que sumarle muchas y persistentes presencias absurdas en el gobierno, como la ringlera de funcionarios macristas que siguen en casi todas las reparticiones gubernamentales. Y ni se diga cierto manejo errático de la economía, que pasa de anuncios exitistas como la semana pasada a siestas en las que los operadores del así llamado "mercado" destruyen los salarios y disparan dólar e inflación. Mientras seguimos sin derogar la Ley de Entidades Financieras, y parece que ni se considera intervenir y fiscalizar el sistema bancario.

Además, y presuntamente por mal asesoramiento, parecen haberle torcido el brazo a nuestro Presidente en cuestiones esenciales que a quienes lo apoyamos consistentemente nos inquietan cada vez más. Ahí están fracasos como Vicentin y el control del río Paraná; el ocultamiento de las exportaciones; la extracción minera descontrolada; los incendios forestales impunes; la resistencia al impuesto a los ricos multimillonarios. Y sumemos que no se auditó la deuda externa, que era un imperativo político-económico. Y no se amplió ni amplía la Corte Suprema, ni por decreto como hizo Macri, siendo que hoy es ya una necesidad institucional.

Cierto que todas son urgencias en la Argentina, y que la buena voluntad y honestidad de Alberto son encomiables. Pero esa cantidad de tareas y medidas exige atender prioridades y urgencias a la par, porque somos un país tan marino como pampeano pero tenemos cero política marítima y ni se habla de rehacer y recuperar la flota de ultramar, activar nuestros astilleros y volver a ser la potencia que fuimos en los mares del mundo. De igual modo que también somos un país minero, petrolero y granelero pero tampoco tenemos control sobre esas riquezas.

De que estamos todavía a tiempo, no hay dudas. Pero nada podrá hacerse, aparte de durar y con angustia, si se continúa cortejando a los miserables. Que no tienen códigos, palabra ni patriotismo, y encima, aunque vistan trajes y corbatas carísimos y lleguen en coches impresionantes, son brutos y soberbios y violentos. Son malas personas. Y además quien firma piensa que a usted lo desprecian, Presidente.

Por todo eso, y disculpadas sean algunas durezas conceptuales, esta columna se reitera de usted, respetuosa y fraternalmente. 


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Querido Mempo


Leí tu carta dirigida al Presidente y quiero expresarte mi visión. Siempre creí y sigo creyendo que los proyectos colectivos y populares son unidad en la diversidad.

Creo que un Presidente de la Nación tiene, entre muchas otras, dos obligaciones. La primera es saber qué intereses representa. Néstor decía que en las sociedades desiguales siempre hay distintos intereses y que debemos tener muy claro quiénes somos, a quiénes representamos. “Primero los últimos” es la definición contundente de Alberto. La segunda obligación es hablar con todos los sectores del país, buscar que esos intereses sean parte del mayor acuerdo que sea posible. Sabemos que en la Argentina actual es imposible acuerdos unánimes. Es nuestra responsabilidad hacer notar que una derecha que se ultraderechiza está atacando al gobierno que ganó las elecciones. Es importante dejar en claro para toda la sociedad quiénes son los sectores políticos y económicos que promueven la división.

No quisiera que perdamos de vista cuántos argentinos y argentinas que perdieron ingresos en el gobierno de Macri fueron parte de ese 41% de los votos. Cuántos que se han visto favorecidos por gobiernos populares no votaron al Frente de Todos, ni antes a otras opciones populares. Una Argentina dividida por la mitad es un triunfo cultural del Poder. Tenemos que desplazar la frontera del conflicto. No podemos dejar de dialogar con quienes se perjudican con las políticas neoliberales. Nuestra responsabilidad es apuntar a construir una inmensa mayoría por un modelo basado en el trabajo y la producción. Tenemos que evitar dos errores: uno, sería entrar en su juego de dividir el país por la mitad; el otro sería creer que no hay conflictos de intereses.

¿Es posible construir una estrategia adecuada sin analizar este contexto histórico tan particular? Todos sabemos que la situación económica y política de la región es altamente compleja, por decir lo menos. Además, hay un sector de la oposición que afirma que nosotros hablamos de la recesión y del default virtual de Macri como una excusa. Otros creen que la pandemia es una excusa. Pero como dice Alberto, la verdad es que el 10 de diciembre Macri nos dejó un país en terapia intensiva. Y sobre ese país cayó el virus.

Eso significa que enfrentamos enormes desafíos. Y quieren dividirnos. ¿Qué hay diversidad en el Frente de Todos? Si no hubiera matices y diferencias no se habrían ganado las elecciones. Quienes perdieron buscan agigantar matices, buscan generar impaciencia en una Argentina devastada. La impaciencia puede ser tan fatal como la parálisis. Alberto asumió hace diez meses y en marzo comenzó la mayor crisis económica mundial desde 1870 o 1930. La incertidumbre es inmensa, mientras los fanatismos y odios del siglo XXI crecen en todas partes.

Pero no van a conseguir dividirnos. No vemos nuestra diversidad como un obstáculo para estar unidos contra el neoliberalismo y el modelo de especulación financiera. Aplaudo a un Presidente que no quiere un discurso único en su espacio político. Y aplaudo las críticas constructivas. Me parece crucial, sí, que nunca perdamos de vista el contexto nacional y global.

Porque todos nosotros apoyamos la reestructuración de la deuda, todos estamos de acuerdo en las medidas de cuidado ante el Covid, todos ponemos por delante la vida, todos sabemos lo que implica haber logrado en este contexto el IFE, la ATP, los créditos a tasa cero, la tarjeta alimentar y todas las transferencias y políticas de emergencia que se han desarrollado en estos meses de gobierno.

Estamos orgullosos de los doce hospitales modulares, de los aportes de la ciencia para luchar contra la pandemia, de negociar siempre defendiendo los intereses argentinos, de los avances logrados en las políticas de género, en haber construido el primer presupuesto con perspectiva de género, en haber desarmado los sótanos de la democracia, en haber recuperado una visión de apoyo al desarrollo industrial y de inversión en obra pública con un compromiso federal.

Una cosa es lo que ya se ha logrado y otra, aún más importante, es tener claro nuestro horizonte. Todos estamos orgullosos de que se haya logrado el nuevo Mapa de la República Argentina con nuestra nueva plataforma continental. Y todos queremos lograr en el futuro un uso soberano de nuestros recursos.

La transformación es un proceso. Nunca existieron gobiernos que lograran sus objetivos en pocos meses. Ni siquiera en pocos años. Como sabés, es trabajo colectivo, es persistencia, es compromiso. Hay opositores que se burlan de nosotros porque nuestro gobierno consiguió “cosas que no se ven”: menos muertos, menos pobres y menos indigentes de los que habría habido en este contexto con otras políticas. Muchas otras cosas que se hacen “no se ven” porque ellos las ocultan deliberadamente. Y aquello que sea necesario corregir, trabajemos para corregirlo.

Creo que la prioridad debe ser superar la emergencia sanitaria, la emergencia económica y social, para poder impulsar el trabajo y la producción. Nuestro objetivo es una sociedad igualitaria, justa y soberana. Una sociedad con una democracia viva y una justicia independiente de todos los Poderes.

Con convicciones firmes, avancemos con unidad.

Un abrazo fraternal

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 La Pauta Ofical...
 
 
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La Deuda, La Fuga, La Grieta...
 
 

 

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