“La orden de la ministra Nilda Garré de que no se utilicen armas de fuego frente a protestas es absolutamente racional. Y tampoco las postas de goma: el control es difícil y, además, desde cerca, pueden matar. El personal de civil es mejor no utilizarlo. Facilita algunas detenciones, pero también es difícil controlarlo. En caso de ser necesario, también deben estar sin armas de fuego y bien identificados. En otros países, se preserva en forma estricta el espacio público, o sea que no se permite que muy poca gente corte una vía o una avenida. En ese caso, después de que se intenta la negociación, la disuasión, interviene un cuerpo especializado, con un mando muy preciso, superioridad numérica y usando mucho la inteligencia. Debo decir que la Gendarmería actuó en esto sin disparar un tiro en los últimos años”.
El diagnóstico lo realiza Enrique Gallesio, comandante general retirado de la Gendarmería, fuerza en la que estuvo a cargo de la división Orden Público. Gallesio fue subsecretario de la gestión bonaerense de León Arslanian, integra el Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (ILSED) y es profesor de la Universidad de Quilmes en el posgrado sobre Análisis del Delito.
“Es obvio que había que tomar una decisión. Venimos de tres muertes en Río Negro, tres muertes en Soldati, la de Mariano Ferreyra en Barracas y las dos en Formosa. Es razonable entonces que la ministra Garré haya tomado la determinación de que no se porten armas de fuego. Y tampoco las postas de goma. Está claro que es muy difícil el control de los cartuchos. En estas escopetas terminan apareciendo postas de plomo. Hay efectivos que las compran y las ponen por miedo o por las dudas. Insisto, siempre el control fue complicado. Además, la bala de goma disparada a muy corta distancia produce lesiones graves y hasta la muerte”.
–De todas maneras, buena parte de la población piensa que el Estado termina en la inacción y un grupo muy chico termina afectando a gran cantidad de gente.
–Hay que trabajar en revisar los modus operandi y cuáles son las formas en las que debe intervenir el Estado. Lo primero es que tiene que haber un gran esfuerzo en la negociación y el diálogo. Se necesita un comité que conduzca estas situaciones con instrucciones muy precisas. Cuando se llega a intervenir, se tiene que hacer sin armas letales como hemos dicho. El desalojo se puede hacer con agua entintada, con los camiones hidrantes, con la superioridad numérica. Está claro que el policía de la comisaría no sirve para esto: tiene que ser gente bien entrenada para estas situaciones y con experiencia.
–Siempre las fuerzas, en especial la Policía Federal, recurren a personal que está de civil. En Constitución volvieron a aparecer, incluso armados.
–Por supuesto que con ese personal civil se pueden hacer detenciones en forma más fácil, sorpresiva. Pero lo ideal es no utilizarlo, porque se escapan del control. En caso de necesidad, deben estar bien identificados y sin armas de fuego. Lo mejor, no usarlos. El Estado tiene muchísimos recursos, los tiene que usar con inteligencia. La mayoría de los países son estrictos en la preservación del espacio público, pero hay que hacerlo con capacidad, con organización y con cuerpos que tengan preparación y experiencia. La Gendarmería ha trabajado en esa situación sin disparar un tiro en los últimos años.
–En las últimas semanas hubo que afrontar las tomas de predios.
–En las tomas siempre hay personas presionadas por otras. La mayoría de los que están, están asustados, tienen miedo. Pero los punteros o los vivos les prometen cosas, los tienen presionados diciéndoles que ya no les van a conseguir tal o cual cosa. Por eso el juez Daniel Rafecas estuvo perfecto: se identifica a los cabecillas, se libra la orden de captura y eso hará avanzar mucho las cosas con el objetivo de desocupar el espacio público ocupado. La clave es reunir información. Hay que hablar con la gente y escuchar. Además, todos los diálogos de los ocupantes se dan por celular, de manera que los jueces tienen que ordenar escuchas para saber cuáles son las claves de esa toma. Muchísimos seguro que no están de acuerdo. Y es muy importante entender que no son el enemigo. Es gente muy humilde. Lo que hay que establecer es quiénes son los que persiguen el lucro económico o político. Insisto, el Estado tiene muchos recursos para afrontar la situación.
–¿Era necesario un Ministerio de Seguridad?
–Lo fundamental es iniciar un proceso de cambio en las fuerzas de seguridad. Y ese proceso debió empezarse antes. Nilda Garré está bien elegida porque es leal a la Presidenta, que es un elemento fundamental respecto de quien está a cargo de la seguridad, y viene de una gestión en Defensa en la que se requirió mucha personalidad. Por otra parte, está en sintonía con el Acuerdo para una Seguridad Democrática que han firmado los dirigentes de casi todas las fuerzas políticas. También es importante el hecho de que Garré viene con experiencia en la gestión administrativa. Insisto en que este cambio de las fuerzas de seguridad debió empezar antes.
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