El Sindicato de Camioneros, que conduce Hugo Moyano, aplica el bloqueo sobre una treintena de supermercados mayoristas de una empresa, en un avance de la protesta para reclamar por el reencuadramiento de trabajadores vinculados a la función logística y distribución, que hoy son afiliados al gremio de Empleados de Comercio. El conflicto planteado por la dirección de Camioneros abarca también un enfrentamiento al Ministerio de Trabajo por defender las normas vigentes. Este conflicto, como otros, es una condensación al que confluyen diversas causas coyunturales y estructurales, que se articulan en este acontecimiento. La historia del sindicalismo contemporáneo es la historia del peronismo: se cruza con el momento fundacional, su apogeo, sus gestas, sus traiciones, sus luchas. El empoderamiento sindical significó uno de los hechos malditos del país dominado por la burguesía , pero también la integración a ese mismo país burgués.
Es imposible pensar en el poder de Moyano hoy, sin recurrir a la historia, una historia que no tiene inocentes. Una historia dura, en la que se forjaron los días que transitamos, una historia pletórica de facticidad, que el peronismo transita como pez en el agua, y también de retórica, muchas veces ingenua respecto de la realpolitik. Los cánones ideológicos se doblegan ante la seducción rentística del poder que el régimen ha puesto a disposición de la dirigencia de los trabajadores.
La coexistencia del sindicalismo en un movimiento nacional siempre está en equilibrio inestable, por la tensión que provoca la prevalencia de uno de los sectores sobre el conjunto. Este conflicto supone la ampliación de cobertura del gremio de Camioneros para incrementar su plantilla y acumular poder de presión. No se trata de ser igual, o solidario, se trata de ser superior: la cultura capitalista ha calado hondo.
Ya no hay proletariado como unidad; se fomenta desde adentro incrementar la brecha social intraclase. La creciente interrelación privada con el sistema de obras sociales es un dato no menor en el cambio de la mentalidad del sindicalismo. Es innegable la participación sindical en la recuperación democrática, como es innegable la complicidad de algunos dirigentes –como otros civiles– con las dictaduras. El Programa de Huerta Grande, CGT de los Argentinos, Combativos y A.T. Vandor respondían a la misma matriz. Este último fue la máxima expresión del dominio sindical contra la política. Moyano tiene sus parecidos.
Hoy, consolidada la democracia, se asiste a la conformación corporativa de la sociedad poliárquica que abarca a los medios, las grandes empresas capitalistas; y los grandes sindicatos. La política profesional ante tanta presión debe luchar para no ser arrastrado por lo sectorial. El uso de una práctica como el bloqueo remarca el carácter extorsivo de la misma, violentando las reglas de la democracia y afectando a terceros que no tienen nada que ver. Esto no se hace para la emancipación de la clase trabajadora, se hace con un objetivo menor: la privatización de los trabajadores.
Mirá que estamos pagando carísima la destrucción sistemática de los ferrocarriles a partir de 1958. Casi 60 años durante los cuales el transporte automotor se convirtió en el medio fundamental para la distribución de casi todo. Aún durante los años conservadores de los 90s, a estos patriotas les daba lo mismo transportar manufacturas ó artículos argentinos que cualquier cosa importada.
ResponderEliminarAhora, el traidor suma a su rol el de extorsionador e indica cómo deben ser las categorías laborales de los gremios. ¿Eso no está establecido en el convenio respectivo? ¿El secretario general del sindicato de comercio no tiene algo para decir? ¿Dónde está? ¿El ministro de trabajo acepta mansamente que el energúmeno traidor lo destrate publicamente? ¿O están esperando que el extorsionador se termine de quemar solito?
Mientras ésto sucede, no aparece algún representante del Estado que ponga las cosas en su lugar.
Saludos