"El mundo según Monsanto" de la periodista Marie Monique Robin, se estrenó hace pocos meses y generó revuelo mundial. El documental denuncia el impacto económico, ambiental y sanitario que generan las semillas transgénica de soja y el roundup. Argentina tiene 16 millones de hectáreas plantadas con semillas de Monsanto y cree que el país “está marchando hacia un suicidio programado”. Consideró que el Gobierno cometió un error el generalizar a los productores ante las retenciones.
El 15 de marzo, Marie Monique Robin lanzó en Francia su último trabajo de investigación que la llevó a recorrer el mundo. El resultado es: "El mundo según Monsanto", un libro y un documental de dos horas que denuncia los efectos negativos mundiales que provocan los productos agroquímicos y las semillas de soja transgénica que comercializa la empresa más grande del mundo en el rubro.
El trabajo expone además las consecuencias que tiene para el ambiente y el suelo el monocultivo de la soja transgénica. También retrata los efectos en la salud humana de la utilización del Roundup, un herbicida sospechado de producir cáncer. En síntesis, expone la cara más oscura de la lógica económica neoliberal, a través de la realidad agrícola de América del Norte y del Sur, especialmente de Argentina.
En internet ya son millones las copias y links que circulan sobre el libro y el documental, que está provocando un gran impacto, como un cross al hígado, en la opinión pública mundial. El libro está siendo traducido al inglés, al español, al alemán y al japonés. “Estoy sorprendida por el impacto que tuvieron el libro y el documental. Se habla muchísimo del trabajo, pero más contenta estoy porque parece que llegué en un momento justo con la investigación”, inicia el diálogo con todocorrientes.com la periodista e investigadora francesa.
El trabajo embiste directamente a la empresa de Saint Louis - Misuri, EEUU- que en más de un siglo de existencia fue fabricante del PCB (piraleno), del “agente naranja” usado como herbicida en la guerra de Vietnam y de hormonas de incremento para la producción láctea prohibida en Europa. Hoy Monsanto es el primer semillero de soja, maíz, algodón y productor de agroquímicos del mundo. Quien dice semilla, dice Monsanto, pero también dice alimentos.
Es la empresa norteamericana que maneja el mercado mundial de la soja. Es la misma empresa que fabricó PCB, y ocultó durante 50 años que ese aceite era cancerígeno. Ahora es empresa que produce y que patentó las semillas de soja genéticamente modificadas, para resistir agroquímicos y tempestades.
La autora de otro libro y documental que tuvo gran impacto mundial, “Escuadrones de la Muerte, La Escuela Francesa”, viajó por todo el mundo para realizar este nuevo trabajo de investigación sobre Monsanto. “Estuve en América del Norte, del Sur, Asia y Europa. Consulté muchos documentos desclasificados y me llevó tres años. Así fue que llegué a la conclusión de que Monsanto es un peligro muy grave para la seguridad alimentaria y de salud, no solo para Argentina, si no de todo el planeta”, nos cuenta.
Embarcada en una gira mundial para presentar su trabajo en todo el mundo, Monique Robín confiesa que su objetivo en la Argentina es muy grande e importante: “Quisiera de verdad que en la Argentina se entienda lo peligroso que son los productos que vende Monsanto. Es muy grave lo que está en juego en este país que tiene 16 millones de hectáreas plantadas con soja transgénica. Esta semilla fue manipulada genéticamente para poder resistir a las fumigaciones de Roundup. En el documental hay muchos científicos que me dicen que ese herbicida es cancerígeno. Me indican que el Roundup da cáncer y que va a ser prohibido un día como lo fue el PCB. Pero lo que pasa es que mientras tanto se sigue fumigando medio país con este herbicida cancerígeno”, asegura.
El documental señala los peligros resultantes del crecimiento exponencial de los cultivos de transgénicos, que en 2007 cubrían 100 millones de hectáreas en el mundo, con propiedades genéticas patentadas en un 90 por ciento por Monsanto. Esta empresa también tiene la patente de las semillas de soja "Roundup Ready", resistentes al potente herbicida Roundup que contaminaría cultivos de plantas comestibles y sería cancerígeno.
“Está comprobado que el Roundup se queda en el suelo y se filtra hasta las napas de agua. Se queda en los arroyos y ríos. Es una bomba de tiempo, un gran problema de salud a mediano plazo para toda la Argentina. Son muchos los problemas que genera el monocultivo de la soja transgénica, pero el principal y los más graves son los que genera el Roundup”, repite la francesa lo que los científicos le indican en su documental.
A la investigadora le preocupa especialmente lo que pasa en la Argentina con en este auge del boom sojero, y que ocupa la mitad del las tierras cultivable del país. “La soja transgénica llegó a este país en la época del gobierno de Carlos Saúl Menem. Un gobierno institucionalmente débil, con un modelo económico neoliberal que permitió que la semilla de Monsanto entre sin estudio de impactos ambiental ni ensayos previos. Después vino la crisis económica y el buen precio internacional que tenía la soja ayudó al país. Entonces nadie dijo nada y el Estado hizo la vista gorda. Ahora se comienzan a ver los efectos negativos del monocultivo: las deforestaciones, las inundaciones y los problemas de salud que generan los herbicidas. Por favor, la Argentina tiene que ponerse a pensar sobre estos grave problema”, resume Robin.
El documental, del cual se expuso un back de 30 minutos en Corrientes, muestra las apreciaciones y los estudios científicos del impacto que generan los productos químicos, sobre todo en los niños.
Un alerta sobre las consecuencias
“Todavía no se sabe cuáles son las consecuencias para la salud humana de la manipulación genética de la semilla de soja. A nivel económico ya se ve que los grandes pooles internacionales de siembras, Monsanto entre ellos, están haciendo fuertes presiones para comprar y arrendar tierras. Talan los bosques nativos como en Santiago del Estero, Formosa o Salta, y como consecuencias de las deforestaciones se padecen las grandes inundaciones como ocurrió en Santa Fe. La cría de ganado y la producción lechera pierden terreno ante este cultivo, como ocurre en la Cuenca Lechera, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria del país”, indica Rodin.
“Finalmente como este tipo de soja está ligada a utilización de agrotóxicos, los pequeños y medianos productores de otros cultivos, no pueden seguir con su actividad. El Roundup destruye todo, cualquier cultivo menos la soja trangénica, y genera gravísimos problemas de salud para las personas”, evoca algunos pasajes de su trabajo en diálogo con todocorrientes.com.
El efecto Monsanto
El boom sojero no se da solo en Argentina, pero la realidad económica y política tiene contextos diferentes en la región y el mundo. “El escenario es el mismo en Paraguay, Uruguay, Brasil y todo Latinoamérica. Pero la realidad es un poco diferente en Canadá y EE.UU. porque no plantan tanta soja transgénica, prefieren arrendar campos fuera de sus países. Pero creo que este es un grave problema mundial, del que no se ha tomado conciencia total todavía de los problemas que acarrea la sojización, por ejemplo de la Argentina, y eso lo convierte en gravísimo”, cuenta.
Pero para que las semillas transgénicas monopolicen el mercado mundial, necesitan de un mecanismo sistemático: “Monsanto ha patentado las semillas transgénicas. Eso significa que un productor de soja no puede conservar una parte de su cosecha para sembrar de nuevo, si no que tiene que sí o sí volver a comprar las semillas y pagarles las regalías a Monsanto para volver a sembrar”.
Para que las semillas ingresaran y colonizaran el cultivo en la Argentina necesitó de un contexto político-económico ideal: “En este momento en Argentina todavía no pudo alcanzar ese objetivo porque en este país está prohibido patentar semillas. Entonces Monsanto entró a la Argentina a finales del 90 vendiendo sus semillas a un precio tres veces más bajo que en el mercado mundial, y sin cobrar regalías. Pero ahora está pidiendo al Gobierno argentino que le pague los nueve años de regalías que no cobró”, explica la escritora.
“En EE.UU. y Canadá el poder de Monsanto es tan grande que en esos países se creó la Policía de los Genes. Esta controla que los productores no se queden con parte de su producción para utilizarlas en las resiembras, que paguen las regalías del patentamiento y vuelvan a comprar semillas para sembrar. Van a los campos, toman muestra del suelo y si los productores no pueden probar que compraron sus semillas o el Roundup, porque tampoco se puede comprar genéricos, son multados, le hacen juicios o son expropiados”, agrega.
Esta estrategia mundial de la megaempresa norteamericana, no es otra cosa que la planificación y aplicación de la política neoliberal del comercio: “La meta de todo esto es, a través de las semillas patentadas, acaparar el mercado de las semillas en todo el mundo. Y como las semillas son el primer eslabón de la cadena alimentaria, acaparar la cadena alimentaria misma internacional”.
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