Se descorrió el telón electoral finalmente y la decisión popular reordenó el nuevo escenario donde se desarrollarán los próximos dos años de vida democrática.
Mirá que interesante el panorama que se abrió:
1.-El macrismo se consolidó como el partido de la derecha a nivel nacional.
2.- Cristina, aun perdiendo, se consolidó como la dirigente con más densidad de votos en la provincia de Buenos Aires y por ende, del país. Ningún gobernante y/o dirigente del peronismo logró la contundencia de votos que ella logró arrancando su campaña con un solo capital político expresado en: voluntad, decisión, proyecto, convicciones y memoria colectiva. No es poco para empezar de nuevo.
3.-Unidad Ciudadana emerge como la base de una nueva construcción social y política a construir que incluye la herramienta electoral pero no se agota allí. Cuando alguien pregunte cómo se llama la oposición a Macri, de ahora en más habrá una sola respuesta mayoritaria: Cristina Fernández de Kirchner.
4.-Perdieron todas las falsas oposiciones que priorizaron sus buenas amistades con el gobierno de Macri y, por el contrario, triunfaron aquellas alternativas que se plantaron con firmeza frente a las políticas de ajuste neoliberal y de desprecio al estado de derecho.
5.-Implotó definitivamente la tesis de la “tercera via” expresada por Massa y otros espacios afines, como el de Randazzo. Aunque hay que subrayar que todos ellos colaboraron directa o indirectamente en apuntalar el triunfo electoral del macrismo. Sigue siendo una verdadera pena que mucha militancia honesta se haya dejado llevar por operadores que nada tienen que ver con la lucha de los sectores populares que esa militancia expresa. Ojalá recapaciten y vuelvan al lugar de donde nunca tendrían que haberse alejado. Para no volver a errar el rumbo tendrán que admitir que vienen de posibilitar que no haya ingresado al Senado un militante de la entereza y la dignidad de Jorge Taiana.
Así, los que quisieron negar y competir con el liderazgo de Cristina cayeron al vacío. ¿Hace falta ponerles nombre y apellido?
6.-En el escenario quedaron en pie, de manera desigual y combinada, sólo dos contendientes y es muy probable que de la resolución final de esta contienda dependa el destino de los argentinos para lo que reste del siglo XXI.
Esos dos contendientes son: Cambiemos de un lado y Unidad Ciudadana, del otro. O si se prefiere: el neoliberalismo salvaje y el movimiento nacional y popular. El poder económico y el pueblo. Macri y Cristina.
7.-El campo popular, con sus dificultades, tendrá de aquí en más todo a su favor para ensanchar su caudal. Dependerá de la inteligencia y la grandeza de sus dirigentes posibilitar la construcción de un amplio frente que reúna en su seno todas las energías necesarias que se muestren dispuestas a enfrentar el salvajismo de la derecha y reconstruir en consecuencia una alternativa capaz de volver a gobernar el país para las mayorías populares.
8.-Sabemos que el gobierno que ganó estas elecciones legislativas sólo traerá dolor y despojo a los sectores sociales. Ganó la derecha. Es decir, ganó la expresión renovada de los sectores más ricos, más concentrados y poderosos de la economía local y trasnacional. Nada bueno para el pueblo habrá que esperar de ese lado de la vida.
9.-Ahora bien, como la política no escribe manuales de autoayuda sino hojas de ruta y cartas de navegación donde se miden y planifican los objetivos en función de las distancias y los vientos, de las relaciones de fuerza y el sentido común dominante en cada coyuntura, habrá que empezar por saber que el domingo 22 de octubre terminó de expirar el viejo sistema de partidos políticos que rigió en la Argentina desde mitad del siglo XX hasta principios de este siglo XXI.
¿Dónde está el peronismo ahora?
¿Dónde está el radicalismo ahora?
¿Dónde está representada la vieja oligarquía terrateniente y la nueva oligarquía agro-financiera ahora?
¿Dónde están representados los trabajadores y las clases medias oprimidas ahora?
El escenario se reconfiguró, pero sin fragmentarse al infinito. Y eso es un buen dato.
10.-Se recreó un nuevo bipartidismo que deja al desnudo como nunca antes las contradicciones antagónicas de esta sociedad.
La derecha ya no precisa intermediarios para gobernar. Y el movimiento popular, en reconstrucción, tampoco; porque tiene en Cristina un liderazgo que lejos de opacar sus objetivos y su representación social, se muestra dispuesto a consolidar y ensanchar las bases del movimiento popular sin dobleces ni medias tintas.
Estos dos polos son los que se enfrentan y enfrentarán de aquí en más, en paz y en democracia, hasta encontrar un punto de apoyo histórico que resulte más estable y consolidado para los próximos años.
Si el movimiento popular no se dispersa más y consigue desde este presente disparar coordenadas de entendimiento y construcción frentistas hacia adelante, estaremos ante la posibilidad histórica de afrontar los próximos desafíos con mayores recursos y con más claridad en el discernimiento de las clases sociales que componen este entramado llamado pueblo.
11.-Como requisitos imprescindibles para este desafío se imponen la memoria, las convicciones, la propia identidad y la identificación con un proyecto de país que está en las antípodas del proyecto de minorías que hoy gobiernan.
Contamos con una base territorial importante, aunque no suficiente, una militancia mayoritariamente joven, un liderazgo como el de Cristina, y además, contamos con el factor tiempo para seguir avanzando. Necesitamos tiempo, no sólo el que marca el calendario y el reloj; sino ese tiempo político que se construye día a día en cada lugar de militancia.
12.-La derrota duele. Tenemos mucha historia como para no saberlo. Pero hay que sobreponerse rápidamente porque en diciembre hay que llenar las plazas para acompañar a Cristina y los nuevos legisladores que asumirán las bancas como si fueran banderas que flamean en lo alto y resisten y marchan hacia la victoria, siempre.
Y antes hay que estar de pie en los innumerables conflictos sociales que sobrevendrán de aquí en más. Y hay que estar decididos a lograr verdad y justicia para Santiago Maldonado. Y hay que aguantar los trapos como lo venimos haciendo desde hace doscientos años.
O sea... ¡Si Cristina no se rinde, aquí no se rinde nadie!
Jorge Giles
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