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Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.

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Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.

11/11/10

EL AMOR VENCE






Hizo pintar –en paredes de Mar del Plata, por ejemplo– leyendas de un cinismo memorable: Ganar la paz, decía una. La otra era peor: El amor vence. Galimberti, que lo conocía bien, decía: “Cuando Massera quiere hablar con alguien, lo secuestra”. Desde la picana pensaba llegar al poder absoluto. Tenía pinta y sonrisa como para imaginarse un nuevo Perón. Era un megalómano delirante. Durante el Juicio a las Juntas, desafiante, dijo a la audiencia, a los jueces, a los periodistas, a todos: “A ustedes les queda la crónica, a mí la Historia”. Tenía razón. Por desgracia, Massera pertenece a la historia de nuestro país, a su historia más profunda, a su lógica más perversa. Y más todavía. Pertenece, Massera, al gran Museo de Horrores de la Humanidad. Como el genocidio argentino, del que fue uno de sus más señalados protagonistas.

En Los hundidos y los salvados, Primo Levi marca a los asesinos de este país como imitadores de los criminales alemanes. Dice: “Sus imitadores en Argentina y Chile”. Eso fueron Massera y todos los restantes capitostes de la masacre: imitadores de Himmler, de Goering, de Hess, de Eichmann. Tenía razón Massera esa tarde ante el tribunal que lo juzgaba: no tanto en el primer sentido de su afirmación (“A ustedes les queda la crónica”), pero sí en el segundo: “A mí la Historia”. Sí, le queda la Historia. Ingresó, con pleno derecho, a la historias de las grandes masacres del siglo XX. Y del lado de los masacradores.

Pero hay algo más en el Almirante: a la masacre le añade la crueldad. La ESMA –de la que era jefe absoluto, amo y señor de la vida y de la muerte–- era un campo de concentración y exterminio. Pero, al ser un campo de recabamiento de información, era un campo de torturas. La tortura le fue más esencial a la ESMA que a Auschwitz. El detenido que ingresaba en Auschwitz, el que cruzaba ese portón en que había un cartel que decía El trabajo os hará libres, iba, sin duda, a morir, tarde o temprano habría de morir, pero muchos no fueron torturados, porque Auschwitz no era un centro de acumulación de información. La información, su búsqueda, su urgente necesidad de posesión para atrapar a los otros, a los ligados al detenido antes de que pudieran escapar, era propia de la ESMA.

La ESMA era, en primera instancia, un centro de búsqueda de información, es decir, un centro de torturas. Además, la tortura era parte de un esquema prefijado que se proponía quebrar al detenido. Y era tan terrible que muchos, luego de pasar por ella, preferían morir antes que volver. Fue, como Drácula, un empalador. Llenó de cadáveres el Río de la Plata. Gritó (junto a Videla y Agosti y todos los enfervorizados hinchas que desbordaban el estadio de River Plate) los goles de la Selección Argentina, los goles de Kempes, el matador. Con cada gol argentino, más poder para Massera. Más poder para que secuestrara, torturara, violara, prohibiera, le dijera al mundo que éste era el país de las maravillas y que, aquí, se vivía en medio de la alegría y el respeto por los derechos humanos.

Que ahora se muera no sirve para nada. Todos, alguna vez, nos vamos a morir. Massera ya hizo en nuestra historia todo el daño que podía hacer. Lo pidió un pueblo que quería orden y él le dio ese orden. Una de las primeras publicidades televisivas de la Junta decía: Orden, orden, orden, cuando hay orden el país se construye de arriba abajo. En esa búsqueda de orden, siempre exigida por los argentinos, hay que encontrar la explicación de la existencia de monstruos como Massera.

Si alguien, hoy, le desea el Infierno, se equivoca. Si Massera va al Infierno lo van a recibir como a un héroe. Al cabo, él es uno de sus creadores. El creador de una de las figuras más perfectas del Infierno, la ESMA.

¿Podríamos entonces desearle el Cielo, ese lugar donde un Dios justo le señalaría sus culpas? Ocurre, sin embargo, que el Cielo y ese Dios justo no existen.

¿Cómo habrían de existir si existió Massera?



1 comentario:

  1. Kirchner al cielo - Massera al infierno
    BLOG DE HUMOR K - DIALOGO PERON Y KIRCHNER :PERON:"Ya que estás recién llegado de la Tierra, decime ¿aún no se sabe que pasó con mis manos?"KIRCHNER: "Ah ¿ud tampoco tiene idea? Yo pensé q las había puesto en el cuello de Menem"PERON: "Ya que hablamos de traidores, ¿cómo se te ... .ocurrió ponerle a Cobos de vice de Cr ...istina?"KIRCHNER: "¿Y por casa como andamos?¿O ya se olvidó de la fórmula Perón-Isabelita?" PERON: "Tenés razón.Parece que los peronistas para elegir vice somos peores que Silvio Soldán eligiendo novia. A propósito: ¿será verdad que Dios le estáhaciendo sentir culpa a Cobos para ver si se suicida?"KIRCHNER: "Ojalá.Pero no abrigo muchas esperanzas. El tipo es muy contradictorio. Pero tevoy a contar un secreto que se vino a la tumba conmigo. ¿Te enteraste sque la Legrand se avivó de que mi conja era demasiado pequeño? Sucedió que los gorilas advirtieron mi maniobra y la desbarataron cambiándome elcajón .El que yo tenía previsto emplear era el doble de grande. Mi idea era que lo inviten a Cobos a mis exequias y, en el momento del último adiós, manotearlo y traermelo para acá conmigo. Pero se ve que algún infiltrado lo alertó y el cagón se rajó en helicóptero a su Mendoza natal"Aquí a Perón se le ocurre una idea para desembarazarse de Cobos, pero para eso vas a tener q leer el blog.Y si te agrada hacete miembro
    http://www.kikitodulce.blogspot.com

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