Daniel Mancuso
5 siglos igual. Nada nuevo bajo el sol. Sólo cambios de formas, mutaciones y engendros cada día más elaborados y confusos. Cuando Cristobal Colón se bajó de la carabela con la biblia y la espada, en 1492, el destino de los pueblos americanos se manchó de sangre y sufrimiento: desde los pueblos que estaban a los que vinieron después, desde las poblaciones, colonias y virreinatos a las naciones actuales. El cielo americano tuvo siempre oscuros nubarrones tapando el sol: chaparrones de atropellos, con fuertes tormentas de injusticia, aludes de prepotencia, lluvias de iniquidad, inundaciones de hambre, vientos de muerte...
Durante 500 años, América, sus pueblos y sus riquezas, fueron secuestrados y ultrajados por la avaricia española y portuguesa, la gula inglesa, la soberbia estadounidense y la lujuria capitalista. Del monopolio al contrabando, del empréstito Baring Brothers a la deuda externa, los métodos de rapiña fueron propicios a cada circunstancia. Hoy en día, la avaricia y el robo globalizados se llaman: NEOLIBERALISMO.
El término neoliberalismo, proviene de la abreviación de neoclassical liberalism (liberalismo neoclásico), es un neologismo que hace referencia a una política económica con énfasis tecnocrático y macroeconómico que considera contraproducente la intervención del Estado en materia económica y social y defiende a sangre y fuego (unas veces) o, a sangre y dinero (otras veces): el libre mercado capitalista.
Sin embargo, para entender el NEOLIBERALISMO debemos hacer un recorrido por algunos hechos importantes, hitos históricos, que fueron marcando el devenir de la expoliación sufrida por nuestros pueblos en favor del capital financiero y las clases dominantes, durante el siglo XX (y seguirá en el XXI, si nuestros gobiernos nacionales no pueden derrotar al fundamentalismo de mercado imperante en el mundo y en nuestras sociedades).
NO hay posiciones intermedias: están quienes defienden el modelo NEOLIBERAL y se oponen a que el Estado intervenga en la economía, donde el dinero y la propiedad privada son más valorados que la vida humana (la vida de las víctimas del modelo, por supuesto). En este grupo se concentran en su mayoría: los economistas, opinadores, encuestadores, los medios de difusión masiva, las cámaras empresarias, las clases privilegiadas...
También, se encuentran quienes analizan y desenmascaran las atrocidades e iniquidades del modelo de mercado y trabajan por un modelo superador: pensadores, militantes, estudiantes, trabajadores, una mayoria silenciada que no tiene acceso a los grandes medios. Además, políticos y gobiernos actuales de la mayoría de las naciones latinoamericanas, integrantes de Unasur, hoy demuestran que existe otro camino posible.
« El neoliberalismo es la negación de la democracia en el sentido estricto de lo que este concepto encierra; pues constituye un instrumento de dominio que se vincula fundamentalmente a la competencia política y a la sucesión de gobernantes, cerrando las opciones a los pueblos. La “democracia neoliberal” está vacía en su contenido, al abandonar el Estado parte significativa de sus responsabilidades hacia el conjunto de la sociedad y los intereses nacionales, al renunciar a la justicia social y abrazar las ideas de la “soberanía limitada” ante los intereses de las grandes potencias y su permanente intervención e injerencia en los asuntos internos de los Estados.
» El neoliberalismo conduce al establecimiento de un modelo de democracia queresponde en primer lugar a los intereses de los que tienen la riqueza y el poder independientemente de que la envoltura del Estado sea el régimen democrático parlamentario o el autoritarismo. La implementación de la ideología neoliberal exige un cambio de mentalidad de la ciudadanía de manera que los intereses privados se perciban desvinculados de los intereses públicos, de tal manera que la política se convierta en algo privativo de los sectores privilegiados. La sociedad debe funcionar sobre la base de los intereses individuales supuestamente sincronizados con el mercado » .
"El Neoliberalismo: Plataforma Programática del Capitalismo actual".
(Pedro Alfonso Leonard y Willman Cedeño CHávez).
Después de la II Guerra mundial
Los Estados Unidos (EE.UU.) surgieron de la Segunda Guerra Mundial como la economía más fuerte del mundo, viviendo un rápido crecimiento industrial y una fuerte acumulación de capital. Los EE.UU. no habían sufrido las destrucciones de la Segunda Guerra Mundial, tenían una industria manufacturera poderosa y se enriquecieron vendiendo armas y prestando dinero a los otros combatientes; la producción industrial de los EE.UU. en 1945, fue más del doble de la producción anual de los años entre 1935 y 1939.
Franklin D. Roosevelt
EE.UU. al ser la mayor potencia mundial y una de las pocas naciones poco afectadas por la guerra estaban en posición de ganar más que cualquier otro país con la liberación del comercio mundial. Los EE.UU. tendrían con esto un mercado mundial para sus exportaciones, y tendrían acceso sin restricciones a materias primas vitales. No hay que olvidar que a pesar de tener más oro, capacidad productora y poder militar que el resto de las naciones juntas, el capitalismo de EE.UU. no podía sobrevivir sin mercados y aliados. William Clayton, el Secretario de Estado para asuntos económicos fue uno de las funcionarios influyentes en EE.UU. que sostenía: "Precisamos de grandes mercados por todo el mundo, donde comprar y vender".
Había previsiones de que la vuelta de la paz traería una depresión como la de los años 30 debido a la vuelta de los soldados al mercado de trabajo y el fin de la producción bélica así que el presidente Franklin D. Roosevelt vio en la creación de un orden de posguerra una manera de garantizar la prosperidad de EE.UU.
La carta del Atlántico
Durante la guerra, los Estados Unidos pergeñaron un orden económico mundial para la posguerra para que los EE.UU. penetraran en mercados que estuviesen cerrados, así como abrir nuevas oportunidades a las inversiones estadounidenses en el extranjero, eliminando las restricciones de flujo de capital internacional. La jugada maestra desplegada por EE.UU. en la cual quedó claro que necesitaban “grandes mercados por todo el mundo, donde comprar y vender” y garantizar su acceso a los recursos naturales. Así fue que Estados unidos pudo ordenar parte del mundo a su antojo.
La Carta del Atlántico, esbozada en Agosto de 1941 durante el encuentro del presidente Roosevelt con el primer ministro británico Winston Churchill en un navio en el Atlántico norte, fue el antecedente directo de la Conferencia de Bretton Woods. Roosevelt lanzó una serie de objetivos ambiciosos para el mundo de posguerra, incluso antes que los EE.UU. entrasen en la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de evitar el descalabro económico producido en la época de entreguerras. La carta del Atlántico afirmó el derecho de todas las naciones al igual acceso al comercio y a las materias primas, apeló también a la libertad de los mares (un objetivo principal de la política exterior estadounidense desde que Francia y el Reino Unido amenazaran a navíos estadounidenses en los años 1790), el desarme de los agresores y el "establecimiento de un amplio y permanente sistema de seguridad general."
Cuando la guerra se aproximaba al final, la Conferencia de Bretton Woods fue la culminación de dos años y medio de planes para la reconstrucción de posguerra por parte de los Tesoros de los EE.UU. y el Reino Unido.
Los Acuerdos de Bretton Woods
Desde el 1 al 22 de julio de 1944, Se realizaron "Los Acuerdos de Bretton Woods". Son las resoluciones de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, realizada en el complejo hotelero de Bretton Woods, (Nueva Hampshire), donde se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo. Allí, se decidió la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y el uso del dólar como moneda internacional.
En la Conferencia había 44 naciones. La mayoría de las naciones del Tercer Mundo aún eran colonias europeas por lo que no tuvieron representación propia. La mayoría de sus representantes eran de América Latina, y sus regímenes eran, por lo general, permeables a la influencia y el control de Washington. India todavía no había alcanzado la independencia y viajó a Bretton Woods como parte de la delegación británica. Los países del bloque comunista, conducido por la Unión Soviética, participaron de la Conferencia, pero no ratificaron los acuerdos. China participó de la Conferencia, pero se retiró luego de triunfar la revolución comunista en 1949. Alemania, Japón e Italia estaban a punto de ser derrotados en la Segunda Guerra Mundial. Las naciones de Europa occidental aún eran campo de batalla de la guerra y estaban desangradas.
Estados Unidos (EE.UU.) que producía la mitad del carbón mundial, 2/3 del petroleo, más de la mitad de la electricidad e inmensas cantidades de barcos, coches, armamento, maquinaria, etc, tuvo el control sobre las decisiones finales de la Conferencia, al punto que terminó imponiendo su diseño, derrotando la propuesta inglesa diseñada por John Maynard Keynes.
El principal objetivo del sistema de Bretton Woods fue poner en marcha un Nuevo Orden Económico Internacional y dar estabilidad a las transacciones comerciales a través de un sistema monetario internacional, con tipo de cambio sólido y estable fundado en el dominio del dólar. Para ello se adoptó un patrón oro-divisas, en el que EE.UU. debía mantener el precio del oro en 35,00 dólares por onza y se le concedió la facultad de cambiar dólares por oro a ese precio sin restricciones ni limitaciones. Al mantenerse fijo el precio de una moneda (el dólar), los demás países deberían fijar el precio de sus monedas con relación a aquella, y de ser necesario, intervenir dentro de los mercados cambiarios con el fin de mantener los tipos de cambio dentro de una banda de fluctuación del 1%.
A partir de Bretton Woods, cuando los países tienen déficits en sus balanza de pagos, deben financiarlos a través de las reservas internacionales o mediante el otorgamiento de préstamos que concede el Fondo Monetario Internacional. Para eso fue creado. Para tener acceso a esos préstamos los países deben acordar sus políticas económicas con el FMI.
Sir Wiston Churchill
Las mentiras de la historia las escriben los vencedores. Asi una figura nefasta, racista , fascista como Winston Churchill aparece como modelo de justicia cuando fue todo lo contrario.
La Historia perdonó a Churchill, ¿por qué no a Blair y a Bush? El 17 de julio de 2003, el Primer Ministro del Reino Unido, Tony Blair, pronunció un discurso ante una sesión conjunta de la Cámara de Representantes y el Senado de los Estados Unidos. El tema de las armas de destrucción masiva estaba, por supuesto, en primer plano. "Si nos hemos equivocado, habremos destruido una amenaza que fue, como mínimo, responsable de sufrimientos y carnicerías inhumanos", dijo Blair. "Estoy seguro de que la Historia nos perdonará".
La confianza de Blair está bien justificada: la Historia ha sido pródiga en perdones hacia los dirigentes de su país. ¿Cómo explicar, si no, que la revista U.S. News and World Report haya llamado a Winston Churchill "El último héroe" en un artículo de portada del año 2000? Dicho artículo nos informaba de que Churchill creía en la "libertad, el imperio de la ley, y los derechos de la persona". Como el mismo Sir Winston declaró: "la Historia se portará bien conmigo, porque pienso estar entre los que la escriben."
Y precisamente por eso, somos tan pocos los que hemos hablado alguna vez de Churchill como criminal de guerra o como racista. En 1910, en su calidad de Ministro del Interior, presentó una propuesta para esterilizar a aproximadamente 100.000 "degenerados mentales" y enviar a otros varios miles de personas a campos de concentración estatales. El objetivo de este proyecto era salvar a la raza británica de la inevitable decadencia en que se sumiría al permitir la reproducción de sus especímenes más ruines.
La Historia ha perdonado a Churchill por su papel en la invasión aliada de la Unión Soviética en 1917. Ministro de Guerra y del Aire en esa época, Churchill describió aquella misión como un intento de "estrangular en su nacimiento" al estado bolchevique.
En 1929 escribió: "¿Estaban los Aliados en guerra contra Rusia? Por supuesto que no. Pero le disparaban a los rusos soviéticos nada más verlos. Penetraron como invasores en suelo ruso. Proporcionaron armas a los enemigos del gobierno soviético. Bloquearon sus puertos y hundieron sus barcos de guerra. Desearon su caída y conspiraron concienzudamente para tratar de conseguirla."
Dos años más tarde, Churchill era secretario de estado del gabinete de guerra cuando la Royal Air Force le pidió permiso para utilizar armas químicas contra "árabes recalcitrantes", a modo de experimento. Churchill dio su autorización sin tardanza (sí, como gaseador de kurdos, Churchill se adelantó a Sadam Hussein en más de 70 años).
"Estoy enfáticamente a favor del uso de gas venenoso contra tribus incivilizadas", declaró. Y defendió de nuevo esta misma doctrina en julio de 1944, cuando propuso a sus jefes de estado mayor que utilizaran gas venenoso "o cualquier otro método de guerra del que nos hayamos abstenido hasta ahora" contra los alemanes. A diferencia de lo que ocurrió en 1919, su propuesta fue rechazada... aunque indudablemente la historia lo habría absuelto de todos modos.
En un lenguaje adoptado después por los israelíes, Winston Churchill dijo lo siguiente acerca de los palestinos en 1937: "Yo no creo que un perro en un comedero adquiera derechos sobre el comedero, aunque haya estado tumbado allí mucho tiempo. Yo no reconozco ese derecho. No reconozco, por ejemplo, que se haya cometido una gran injusticia contra los indios de América o los aborígenes de Australia. Niego que se haya cometido una injusticia contra estos pueblos sólo porque una raza más fuerte, una raza de categoría superior -una raza más mundana, para decirlo de otra forma- haya venido a quitarlos de su sitio."
Cuando no estaba ocupado conspirando contra los bolcheviques, gaseando a los incivilizados o comparando a los palestinos con perros, Churchill encontraba tiempo para escribir cartas a su alma gemela, Benito Mussolini.
En enero de 1927, Sir Winston le confesaba al Duce, "si yo fuera italiano, estoy seguro de que lo habría apoyado a usted desde el principio hasta el final en su lucha victoriosa contra los apetitos y pasiones bestiales del leninismo". Incluso después de iniciada la segunda guerra mundial, Churchill reservaba un lugar en su corazón para el dictador italiano. En 1940 dijo ante el Parlamento: "No me cabe duda de que es un gran hombre, pero se convirtió en un criminal cuando atacó a Inglaterra." Independientemente de la criminalidad de Mussolini, Churchill tomó nota de las tácticas del Eje y señaló con indiferencia que "todo el mundo" bombardea civiles. "Es simplemente una cuestión de moda" -explicó- "como los vestidos, que a veces se llevan cortos y a veces largos." Churchill debía de ser un esclavo de la moda, ya que no tardó en ordenar el bombardeo incendiario sobre Hamburgo, en julio de 1943, durante el cual mató a un mínimo de 48.000 civiles. Luego reclutó a varios científicos británicos para que preparasen "un nuevo clima" en otra ciudad alemana más grande, Dresden. En sus memorias de la guerra, Winston Churchill se absolvió a sí mismo de las innumerables víctimas civiles que había causado en la matanza de Dresden. "En el último mes realizamos un fuerte bombardeo sobre Dresden"-escribió eufemísticamente- "que entonces era el centro de comunicaciones del frente oriental alemán". Seguramente los nazis escondían allí armas de destrucción masiva.
El 4 de febrero de 1945, Winston Churchil, Franklin D. Roosevelt y Stalin se citaron en "Yalta" para terminar la partida de T.E.G. abierta en Bretton Woodsd tras la II Guerra Mundial. Así fue que se ubicaron cómodos frente a una mesa con el tablero y esa noche se dedicaron a decidir de qué color serían las fichitas que le iban a tocar a cada país, acordaron las reglas, crearon instituciones, se mostraron los dados...
Entre el 17 de julio y el 02 de agosto de 1945 se llevó a cabo en el Palacio de Ceciclienhof, localidad de Potsdam, a pocos kilómetros de Berlín, la denominada “Conferencia de Potsdam”. Participaron el Presidente Truman por Estados Unidos (ya que Roosevelt había fallecido el 12 de abril de ese mismo año), Churchill, acompañado por la máxima autoridad del Partido Laborista, Clement Attlee, que poco tiempo después se transformaría en el Primer Ministro tras el triunfo adquirido en la Cámara de los Comunes y Stalin en representación de la Unión Soviética.
En esta última conferencia antes de que se iniciara la Guerra Fría, el tono y la intención de los países intervinientes había cambiado. Abandonada Postdam, Estados Unidos lanzó las bombas en Japón (Hiroshima y Nagasaki) al final de una guerra que ya estaba ganada. Hacia 1946 , la URSS no renunciaría a sus objetivos expansionistas y Churchill, desde el College de Fulton declaraba que había caído sobre el continente un “telón de acero”.
Y comenzaron el juego de la Guerra Fría que marcaría los siguientes 50 años...
Perón y el Fondo Monetario Internacional
"En casi todos los países adheridos al famoso Fondo Monetario internacional se sufren las consecuencias y se comienzan a escuchar las lamentaciones”
« Cuando en 1946 me hice cargo del gobierno, la primera visita que recibí fue la del presidente del Fondo Monetario Internacional que venía a invitarnos a que nos adhiriéramos al mismo. Prudentemente le respondí que necesitaba pensarlo y, enseguida, destaqué a dos jóvenes técnicos de confianza del equipo del gobierno para investigar a este ”monstruo tan peligroso”, nacido según tengo memoria en los sospechosos acuerdos de Breton Woods.
» El resultado de este informe fue claro y preciso: en síntesis, se trataba de un nuevo engendro putativo del imperialismo. Yo, que tengo la ventaja de no ser economista, puedo explicarlo de manera que se entienda.
» La política de las “áreas monetarias”, después del abandono del patrón oro, ha sido fructífera en acontecimientos donde siempre el negocio ha estado de por medio. Mediante diversas maneras de deformar la realidad, se ha conformado ya una larga historia a través del “área esterlina” como el “ área dólar” y, aunque el pretexto fuera dar respaldo indirecto a las monedas de los países pobres de reservas de oro, en realidad de verdad, verdad, todo ha sido una nueva forma de especular con la buena fe de los demás.
» Hasta después de la Primera Guerra Mundial existió el “área esterlina”, que cobijó a numerosas monedas merced al oro de Inglaterra, que la guerra fue llevando paulatinamente hacia Fort Knox, hasta el extremo de que Gran Bretaña se vio en un grave problema para sostener su área monetaria. Lo intentó hacer fundando el Banco Central de Inglaterra y declarando a renglón seguido que, si antes el área esterlina estaba garantizada por el oro de Inglaterra, ahora lo estaba por el imperio inglés.
» Pero resulta que Estados Unidos en el interín había acumulado casi el 80% del oro del mundo y dicta su famosa Ley Fiduciaria que establecía que quien presente un dólar en el Banco de la Reserva Federal recibiría su equivalente en oro. Esta promesa, aunque jamás se cumplió, tuvo la suficiente atracción natural como para forzar hacia el nacimiento del “área dólar”. Es así como, desde ese momento, el dólar pasa a ser la moneda de cambio en el mundo occidental, en tanto la esterlina deja de serlo.
»Desde entonces, así como antes todas las semanas, desde la Torre de Londres, los ingleses anunciaban el valor oficial del oro, frente al pueblo y de viva voz, Wall Street se encargó de reemplazarlos en silencio y desde sus oficinas de la quinta Avenida, fijando el valor de la Onza Troy por el dólar americano sobrevalorado, con un precio político que, no obedeciendo a la ley de oferta y la demanda en el mercado áureo-internacional, les permitiera cobrar un Royalty en todas las operaciones en que interviniera esta moneda de cambio.
» Poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, la pérdida de gran parte de la reserva oro de los Estados Unidos amenazaban gravemente la existencia del “área dólar”, gravedad que sigue aumentando con los gastos de posguerra, con lo que USA se colocaba en situación parecida a la de Inglaterra después de la guerra anterior, si alguna Nación conseguía la formación de esa reserva. En consecuencia era preciso crear el instrumento necesario para consolidar el ”área dólar”. El Fondo Monetario internacional fue la solución. En él, participarían la mayoría de los países occidentales, comprometidos mediante una larga contribución al fondo, desde donde se manejarían todas sus monedas, se fijaría no solo la política monetaria, sino también los factores que directa o indirectamente estuvieran ligados a la economía de los asociados. La realidad después se encargó de ir mucho más allá, como podemos ver ahora, cuando llega la hora de los lamentos.
» He aquí alguna de las razones, aparte de muchas otras, por las cuales el Gobierno Justicialista de la República Argentina no se adhirió al fondo Monetario Internacional. Para nosotros, el valor de nuestra moneda lo fijábamos en el país, como también, nosotros establecíamos los cambios de acuerdo con nuestras necesidades y conveniencias. Para el intercambio internacional recurrimos al trueque y así nuestra moneda real fueron nuestras mercaderías. Ante el falseo permanente de la realidad monetaria internacional y las maniobras de todo tipo a que se prestaba el insidioso sistema creado, no había más recurso que hacerlo así o dejarse robar impunemente.
» Ha pasado el tiempo, y en casi todos los países adheridos al famoso Fondo monetario Internacional se sufren las consecuencias y se comienzan a escuchar las lamentaciones. Este fondo, creado según decían para estabilizar y consolidar las monedas del ”Mundo libre”, no ha hecho sino envilecerlas en la mayor medida.
» Mientras tanto, los Estados Unidos se encargaban, a través de sus empresas y capitales, de apropiarse de las fuentes de riqueza en todos los países donde los tontos o los cipayos le daban lugar, merced a su dólar ficticiamente valorizado con referencia a las envilecidas monedas de los demás. »
sobre el Fondo Monetario Internacional (1967)
La Crisis de 1973
Para el capitalismo, el año 1973 fue un año de profunda crisis del sistema. La disminución de las tasas de ganancias de las grandes empresas y de las corporaciones, hicieron que se ponga en duda las ideas “keynesianas” de intervencionismo por parte del Estado. Este último había sido, según los críticos “liberales”, el culpable del mal gasto y de las recurrentes crisis, por lo que proponían reducirlo a su mínima expresión en cuanto a participación económica. Las ideas seguidas por los “keynesianos” aseguraban que ante una crisis había que seguir aumentando el poder adquisitivo de las personas para aumentar de esta forma el consumo y la producción. Así, se aseguraría el pleno empleo a pesar de la inflación que pudiera provocar.
Para los “liberales”, el único motor de la economía era el aumento de las ganancias para los particulares, por lo tanto se debía reducir al máximo los costos de la producción, los salarios y los impuestos y en definitiva se debía achicar la participación del Estado.
El Monetarismo
El enfoque “Monetarista” explica que lo que motiva la inflación es la emisión monetaria por parte del gobierno. Los “monetaristas” sostienen que existe una masa de bienes y una cantidad de dinero que se “distribuye” entre los distintos bienes dando lugar a una estructura de precios. Si el Estado, entonces, emite más billetes por la misma cantidad de bienes, lo que sucede es que se produce un aumento general de precios. Esta fue la concepción neoliberal y una de las expresiones más utilizada para afrontar la crisis de los 70. El monetarismo y el neoliberalismo a pesar de supuestamente defender la “libertad” en sus postulados teóricos, fue aplicado en regímenes políticos dictatoriales y sangrientos. Por ejemplo, en la dictadura militar de Augusto Pinochet, en Chile, se comenzó a aplicar el “modelo” que había tenido origen en el “Escuela de Chicago”. Lo mismo hizo Jose Alfredo Martinez de Hoz como ministro de economía de la dictadura militar argentina (1976-1981).
Los recortes, que limitaban el papel del Estado en la emisión de moneda y en el control de la oferta de dinero, y además, el Estado renunciaba a toda intervención económica. De esta manera, la actividad privada, sería la encargada de hacer crecer la economía del país y el papel del Estado pasaría a un segundo plano, encargándose solo del control del sistema.
Esta política económica, puso en evidencia la incapacidad de estos regímenes en cuanto a la protección social y la mejora de las condiciones de vida en los seres humanos. Estas medidas, tomadas en los gobiernos dictatoriales de América del Sur en general, produjeron en el nivel social un deterioro en la calidad de vida de sus pueblos, un retroceso en la distribución de los ingresos hacia los más pobres, un acelerada desocupación y una dependencia económica que se mantiene hasta nuestros días.
Las políticas neoliberales, luego de ser aplicadas a pie juntillas en los distintos países de latinoamérica (desde las dictaduras a los gobiernos democráticos que siguieron), han beneficiado a los sectores más concentrados de la economía, y han condenado a la desocupación y la misería a millones de trabajadores.
Margaret Thatcher y Ronald Reagan
Luego de las crisis de los años ´70 (Crisis del Petróleo y del Estado de bienestar), las críticas neoliberales o neoconservadoras se dirigieron a la participación del Estado en la economía, culpando a éste de crear las condiciones para el estancamiento económico, al limitar los beneficios empresariales y reducir en consecuencia las posibilidades de inversión.
Siguiendo estos postulados, en Inglaterra comenzó, con el gobierno de Margen Thatcher como primer ministro (1979-1990), una serie de reformas que hicieron que el Estado deje de lado algunas de sus intervenciones en determinadas prestaciones sociales y económicas. Se hicieron algunas privatizaciones, se disminuyó las prestaciones sociales y se redujeron los empleados públicos. El sector privado, mientras tanto, redujo los salarios y se empeoraron las condiciones de trabajo. Frente a toda esta situación y a la pasividad del Estado, los sindicatos disminuyeron su fuerza. Este modelo se conoció como “thatcherismo”, aunque en realidad fue una vuelta al capitalismo clásico. Inglaterra logró salir de la crisis y mejorar su Economía, pero las condiciones de vida de sus habitantes empeoraron notablemente y se vivió el mayor índice de desempleo de su historia.
También en EE. UU., con Ronald Reagan (1980-1988) en el poder, se comenzó a aplicar un modelo similar. Aunque el poderío económico de este país hizo que no se sintieran tanto las repercusiones del modelo, hubo un aumento de la desocupación y una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas cerraron.
Pero las peores consecuencias de estas reformas neoliberales recayeron indirectamente sobre América Latina y sus áreas de ingerencia. Todas estas medidas, propugnadas por EE. UU. y Gran Bretaña cayeron un su lógica contradicción. Mientras estos países anunciaban que defendían la libertad de mercados, sus mismas aduanas aplicaban un severo control para proteger sus producciones ante el posible ingreso de productos de otros países.
Consenso de Washington
En noviembre de 1989, John Williamson presentó un documento llamado "What Washington Means by Policy Reform" ("Lo que Washington quiere decir por una reforma de las políticas") elaborado como documento de trabajo para una conferencia organizada por el Institute for International Economics. Williamson propone una lista de diez políticas que eran más o menos aceptadas por todo el mundo en Washington y lo tituló el Consenso de Washington. Ese paquete de medidas económicas, originalmente estaba pensado para los países latinoamericanos, pero con los años se convirtió en un programa general:
1. Disciplina fiscal
2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público
3. Reforma Impositiva
4. Liberalización de las tasas de interés
5. Una tasa de cambio competitiva
6. Liberalización del comercio internacional (trade liberalization)
7. Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas
8. Privatización
9. Desregulación
10. Derechos de propiedad
Cuando Williamson dice "Washington", se refiere al complejo político-económico-intelectual que tienen sede en Washington: los organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial), el Congreso de los EE.UU., la Reserva Federal, los altos cargos de la Administración y los institutos de expertos (think tanks) económicos.
Esa breve lista tomó autonomía y se constituyó en la base de lo que luego se denominará neoliberalismo. Con posterioridad la "lista" inicial fue completada, ampliada, explicada, y corregida.
El Consenso de Washington ha recibido gran cantidad de críticas. Entre las más importantes, están las que formulara Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía 2001 y ex vicepresidente del Banco Mundial). Noam Chomsky y Naomi Klein, acuerdan en que el Consenso de Washington es un medio para abrir el mercado laboral de las economías del mundo subdesarrollado a la explotación de compañías del primer mundo.
En Argentina, las políticas de Domingo Felipe Cavallo y Carlos Menem, entre otros, muestran a las claras el daño que esas políticas hicieron a nuestra economía y a toda la población.
Los países del primer mundo imponen las políticas neoliberales del Consenso de Washington sobre los países de economías débiles mediante una serie de organizaciones burocráticas supraestatales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional además de ejercer presión política y extorsión sobre los gobiernos. El Consenso de Washington no solo no ha producido ninguna expansión económica en Latinoamérica, sino que ha conducido a las naciones latinoamericanas a la destrucción del aparato productivo, recurrentes crisis económicas severas y la acumulación de deuda externa que mantiene a estos países anclados al mundo subdesarrollado, es decir, condena a los pueblos de América latina a la pobreza y el hambre.
¿Qué es el consenso de Washington?
El Consenso de Washington es la aplicación de los 10 instrumentos de política económica neoliberal para llevar adelante el objetivo de un sistema capitalista mundial basado en la libertad del mercado para operar, donde predominan los más «aptos» en una especie de «darwinismo social», donde la vida social se concibe gobernada por las leyes de la competencia y del conflicto, llevando a una selección natural de la supervivencia del más apto y a la eliminación del más débil.
los principales instrumentos.
(1) Disciplina fiscal: No más déficit fiscal. Presupuestos balanceados. Grandes y sostenidos déficits fiscales constituyen la fuente primaria de los trastornos macroeconómicos que se manifiestan como procesos inflacionarios, déficit de balanza de pagos y fuga de capitales. Un déficit de presupuesto operacional que sobrepase un 1% a 2% del PIB se considera prueba fehaciente de una falla en la política aplicada, a menos que este exceso se haya utilizado en inversiones de infraestructura productiva. El equilibrio fiscal nunca ha sido alcanzado (ni aún en los países desarrollados); está basado en la disminución del gasto público, fundamentalmente en los sectores sociales; ha causado un profundísimo y dramático deterioro en los sistemas de salud, educación, seguridad social, etcétera.
(2) La inflación como parámetro central de la economía. Para los impulsores del Consenso de Washington, las políticas de ajuste y reforma estructural tienen su origen en la crisis de la deuda. No es de extrañar que el control de la inflación sea un asunto prioritario para los organismos acreedores.
(3) Prioridades en el gasto público. La necesidad de cubrir el déficit fiscal presenta la disyuntiva entre aumentar los ingresos fiscales o reducir el gasto público. El consenso de Washington, influido por los economistas «reaganianos» («supply-siders»), optó por favorecer la reducción del gasto público. No se necesita mucha imaginación para deducir a quiénes favorece esta política y a quiénes no. Desde luego que los sectores más ricos de una sociedad resistirán una redistribución por la vía tributaria, prefieren la reducción del gasto público, aunque signifique el fin del estado de cierto bienestar social.
(4) Reforma Tributaria. El aumento del ingreso vía impuestos se considera una alternativa a la reducción del gasto público para paliar déficits fiscales. Existe un amplio consenso, entre los tecnócratas neoliberales, en el principio de que la base tributaria debe ser amplia, mientras que la tasa tributaria marginal debe ser moderada.
(5) Tasas de interés. Existen dos principios generales referentes a los niveles de las tasas de interés que concitan el apoyo mayoritario del Consenso de Washington. El primero es que las tasas de interés deben ser determinadas por el mercado. El segundo principio apunta a la necesidad de tasas de interés real positivas, para incentivar el ahorro, por un lado y desalentar la fuga de capitales, por el otro.
(6) Tipo de cambio. Como en el caso de las tasas de interés, la tendencia es inclinarse por tipos de cambio determinados por las fuerzas del mercado. Se considera que el tipo de cambio real debe ser lo suficientemente competitivo como para promover el crecimiento de las exportaciones a la tasa máxima que el potencial del lado de la oferta del país lo permita, al mismo tiempo que se mantenga un eventual déficit de cuenta corriente a un nivel sustentable.
(7) Política comercial. La liberalización de las importaciones constituye un elemento esencial en una política económica orientada hacia el sector externo (orientación hacia afuera). El acceso a bienes intermedios importados a precios competitivos se considera un aspecto importante en la promoción de las exportaciones, mientras que una política proteccionista en favor de la industria nacional y en contra de la competencia extranjera es vista como una distorsión costosa que en última instancia termina por penalizar el esfuerzo exportador y por empobrecer la economía local. La apertura económica trajo como consecuencia la irrupción indiscriminada de importaciones, en gran medida innecesarias o con precios subsidiados, que produjo la quiebra y el cierre de gran parte del aparato productivo y el incremento acelerado de la desocupación y la subocupación.
(8) Inversión Extranjera Directa (IED). La liberalización de los flujos financieros externos no es visto como de alta prioridad. No obstante, una actitud restrictiva que limite la entrada de la inversión extranjera directa (IED) es considerada una insensatez. La IED, además de aportar capital necesario para el desarrollo, provee capacitación y know-how para la producción de bienes y servicios tanto para el mercado interno como para la exportación.
(9) Privatizaciones. La lógica de las privatizaciones obedece a la creencia de que la industria privada se administra más eficientemente que la empresa estatal. En general, se considera que la privatización de empresas de propiedad estatal constituyen una fuente de ingresos de corto plazo para el Estado. En el largo plazo se argumenta, el Estado se libera de la responsabilidad de financiar ulteriores inversiones. La creencia en la eficiencia superior de la empresa privada ha sido un dogma de fe para el Consenso de Washington.
(10) Desregulación. Una forma de promover la competencia es mediante la desregulación. Este proceso fue iniciado en los Estados Unidos por la administración Carter, pero fue profundizado durante el mandato de Reagan. Se le ha juzgado, de manera general, como un proceso exitoso en esa nación y se ha partido de la base que también puede producir beneficios similares en otros países, especialmente en América Latina, donde se practicaban economías de mercado altamente reguladas, al menos en el papel. En un buen número de países de América Latina, las redes regulatorias son administradas por burócratas mal pagados. El potencial para la corrupción es, por lo tanto, alto. La actividad productiva puede ser regulada por la vía legislativa, por decreto gubernamental o por decisión tomando caso por caso. Esta última práctica es bastante difundida y perniciosa en Latinoamérica ya que crea incertidumbres y provee oportunidades para la corrupción. También suele ser discriminatoria en contra de los pequeños y medianos empresarios, los cuales, a pesar de que son importantes fuentes creadoras de empleo, raras veces tienen acceso a las esferas más altas de las burocracias.
Carlos Saúl Menem lo hizo
Cuando en 1989, cayó el muro de Berlín, Estados Unidos se encaramó como la única potencia que ejercía una hegemonía militar indiscutible, sustentada por un poder económico enorme.
En Argentina, el 14 de mayo de 1989, Carlos Saúl Menem se impuso al radical Eduardo Angeloz con el 49,3% de los votos. El 8 de julio, con circo meses de antelación (el traspaso de poderes estaba previsto para el 10 de diciembre), ante la delicada situación económica y social, Menem se hizo cargo de la Presidencia de la Nación.
Raúl Alfonsín dejó una economía en rápida descomposición, una hiperinflación cercana al 5.000% anual y una deuda externa que rondaba los 63.000 millones de dólares. Una vez en la presidencia, cambió el discurso popular que había usado en su campaña, y puso en práctica un durísimo programa de ajuste, cuyo carácter ultraliberal provocó divisiones en la CGT y acusaciones de diversos sectores, por considerarlo contrario a los postulados del general Perón.
Menem no hizo más que poner en marcha aquello que académicos, economistas y funcionarios estadounidenses y del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional establecieron a comienzos de 1989 en el denominado Consenso de Washington: En el documento aparecían 10 puntos que expresaban las necesidades y las opciones del mundo hacia el siglo XXI: disciplina fiscal, prioridad del gasto público en educación y salud, reforma tributaria, tasas de interés positivas determinadas por el mercado, tipos de cambio competitivos, políticas comerciales liberales, mayor apertura e la inversión extranjera, privatización de empresas públicas, desregulación y protección de la propiedad privada. También se dispuso que se otorgaría ayuda financiera a aquellos países endeudados que adoptaran las políticas sugeridas por el Consenso.
Menem abandonó rápidamente sus promesas de salariazo y revolución productiva y aplicó cada punto especificado en el Consenso de Washington. Nombró ministro de Economía a Miguel Roig primero, y luego a Néstor Rapanelli, ambos altos ejecutivos de Bunge y Born. El llamado Plan Bunge y Born estableció el control de precios, el cierre a las importaciones y la convocatoria a negociaciones paritarias entre empresarios y sindicatos. También se aprobaron la Ley de Reforma del Estado y la Ley de emergencia Económica, que esbozaban un amplio plan de privatizaciones y dotaban al Ejecutivo de amplias facultades. El plan fracasó. La inflación no se detuvo y la recesión fue en aumento. En consecuencia asumió la Cartera de Economía, Antonio Erman González, quien en 1990 lanzó un nuevo plan. Una de las primeras medidas fue el canje compulsivo de depósitos a plazo fijo por bonos externos. Esto ocasionó pérdidas irreparables al sector de pequeños y medianos ahorristas.
Menem hizo alianzas con sectores Conservadores tradicionalmente antiperonistas, quienes ocuparon importantes cargos en el Gobierno. Así, el proceso de privatizaciones estuvo a cargo de José Roberto Dromi y María Julia Alsogaray. Casi no quedo nada del Estado, hacia el final de la presidencia de Menen, se privatizaron: la petrolera YPF, Aerolíneas Argentinas, Entel, Gas del Estado, la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, Obras Sanitarias, los aeropuertos, correos, la energía Eléctrica, la seguridad social, dos plantas siderúrgicas, el Mercado de Hacienda de Liniers, las radios, los Canales de televisión, las carreteras, los ferrocarriles.
Aunque la prédica privatizadora aconsejaba romper con el monopolio estatal, las empresas adjudicatarias gozaron de un virtual monopolio, ya que se distribuyeron territorialmente la provisión de servicios. Esta transformo a los usuarios en rehenes de las empresas, que fijaron altas tarifas y con total libertad redujeron los servicios a los territorios que mayores ganancias les brindaban. El servicio ferroviario, por ejemplo, quedó reducido al Gran Buenos Aires y dejó aisladas a importantes zonas del país.
Las privatizaciones proporcionaron unos 25.000 millones de dólares. Ese valor es escandalosamente menor al valor real y potencial del patrimonio de nuestra nación. Un verdadero regalo de empresas y trabajo argentino (que costaron el desvelo de varias generaciones para su construcción) a las corporaciones transnacionales y financieras.
Durante su gestión, Menem se alineó con Estados Unidos, siguiendo todas las recetas del consenso de Washington. El canciller, Guido Di Tella, afirmó que Argentina mantenía relaciones carnales con EE.UU. En 1991, frente al conflicto en el Golfo Pérsico, el gobierno menemista envió tropas a esa zona, rompiendo lo larga trayectoria de neutralidad argentina. Luego se posicionó del lado de Estados Unidos en lo referente a Cuba y en otros enfoques geopolíticos y llegó a alcanzar el status de aliado de la OTAN.
La corrupción menemista
Es innumerable la cantidad de escándalos económicos de grandes proporciones. Muchos funcionarios encontraron en la falta de controles la impunidad para hacer negocios a expensas del Estado, el vale todo era la consigna menemista:
- Miguel Angel Vicco y Carlos Spadone secretario y asesor presidencial respectivamente quedaron implicados en la venta de leche contaminada, no apta para el consumo humano.
- el asesor Emir Yoma y el ministro de Obras y Servicios Públicos, Roberto Dromi, tuvieron que renunciar luego de pedir coimas a empresa norteamericana Swift.
- varios familiares y colaboradores de Menem fueron investigados por lavado de narcodólares entre ellos su cuñada y secretaría personal, Amira Yoma.
- funcionarios de la empresa estadounidense IBM y del Banco de la Nación Argentina quedaron involucrados en el cobro y pago de coimas para posibilitar la firma de un contrato que beneficiaba a la empresa extranjera.
- durante su presidencia, se cobraban por parte de los ministros y otros altos funcionarios sobresueldosequivalentes a 50.000 dólares mensuales y para evitar “ser descubiertos” no se “firmaban recibos” en las oficinas de la jefatura del gabinete, donde se les pagaba.
- con el proceso de privatización, hubo gran corrupción. En en el avalúo de la empresa pública se aseguró un bajo precio de venta y el favoritismo a un comprador determinado mediante coimas a autoridades gubernamentales del entorno presidencial.
- La transferencia de propiedades públicas a manos privadas frecuentemente involucró el pago de sumas de dinero a miembros de la familia y “amigos” del presidente. Estos pagos pueden aparecer bajo la forma de “comisiones” a consultores u otros mecanismos. La falta de transparencia es resultado del estilo autoritario de toma de decisiones propio de la elite y de la naturaleza antipopular del proceso de privatización. De esta forma, los altos niveles de corrupción en el régimen de Menem son en gran parte una función de su papel de presidente peón del imperialismo euro-norteamericano, que incluye la privatización masiva y su consecuente corrupción.
- En Corrientes, la interventora Claudia Bello, gastó decenas de millones de pesos durante una gestión de seis meses, sin explicaciones. Renunció y fue reemplazada por el ex magistrado judicial Ideler Tonelli, quien terminó su gestión con la entrega del poder al candidato del Pacto Autonomista liberal.
- muchos casos más...
Ante las innumerables denuncias, Menem decidió aumentar el número de miembros de la Corte Suprema de Justicia, de 4 a 9. Se designaron irregularmente 6 de los 9 miembros, y fueron duramente cuestionados. Sin embargo, Menem logro poner a sus alfiles en el máximo tribunal de la nación. Quedó así conformada una mayoría automática que nunca se expidió en contra de las decisiones del Ejecutivo. Fue una corte subordinada a la políticas neoliberales de Menem.
En 1991, fue designado ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo. Quien fue fervientemente recibido por el establishment porque había estatizado la deuda de los grandes grupos económicos privados cuando presidía el Banco Central durante la dictadura, en 1982.
El 27 de marzo de 1991, el Congreso aprobó la Ley de Convertibilidad Monetaria que fijaba la cotización del austral en razón de 10.000 unidades por 1 dólar. En 1992 el Plan recuperaba el peso como unidad de cuenta nacional sobre la paridad exacta y fija con respecto al dólar. Se prohibía además toda emisión de moneda sin el respaldo en las reservas internacionales de divisas. Si bien el programa trajo apa rejada cierta estabilidad, posibilidad de viajes al exterior, compras en cuotas y con tarjetas de crédito, esos frutos tuvieron como contrapartida la caída de los salarios reales, que recuperados del proceso inflacionario, iniciarían un descenso continuo. Los salarios estaban congelados pero los precios de los productos de la canasta familiar y las tarifas de los servicios y de los alquileres no.
En 1992, Argentina renunció a la inmunidad soberana y ratificó la jurisdicción de los tribunales de Nueva York para los contratos vinculados a la deuda externa. Un año después, el Gobierno emitió 25,000 millones de dólares en bonos, que posibilitaron a los Bancos acreedores desembarazarse de los créditos incobrables. Según Cavallo, ésta era la forma de solucionar el problema de la deuda externa.
En 1993, Menem y Alfonsín firmaron el denominado Pacto de Olivos por el cual se aceptaba la reforma Constitucional con cambios políticos e institucionales importantes: la reelección presidencial, entre los más importantes. En 1994, se impuso la nueva Constitución que establecía el acortamiento del mandato presidencial a 4 años, la reelección presidencial, la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, la creación del Consejo de la Magistratura, la elección de los senadores y un nuevo capitulo, titulado Nuevos derechos y garantías.
El Pacto de Olivos fue un acuerdo entre dos caudillos mediocres que negociaron según sus mezquinos intereses político-partidarios y personales, olvidando el interés general de la población y de la Nación Argentina. El haberle dado la reelección a Menem, fue de parte de un dirigente de la experiencia política de Alfonsín, un acto de traición a la patria, de complicidad con el modelo de enajenación y destrucción del Estado argentino. Borrachos de neoliberalismo, en detrimento del pueblo y su calidad de vida, su pacto diabólico, por acción y omisión, condenó a la pobreza y la marginación a millones de compatriotas. Fue, en términos políticos, una rosca infame.
El 1 de enero de 1994, entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), en virtud del acuerdo celebrado por Canadá, Estados Unidos y México.
Al mismo tiempo, se generaba en México una reacción encabezada por el subcomandante Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional ante las decisiones gubernamentales que, con el objeto de dar cumplimiento al NAFTA garantizaban los latifundios provocando la extinción de las propiedades comunales. Toda la poesía que pinta las palabras del subcomandante, sobrevuela el dolor y padecimiento de los pueblos sumergidos por veneno neoliberal...
En 1995, Menem obtuvo la reelección con el 49,6% de los votos, seguido por la fórmula José Octavio Bordón-Carlos "Chacho" Alvarez, del Frente País Solidario (Frepaso)...
« La década del ’90 fue el período más espectacular en todo el siglo XX en lo relacionado a la transferencia de riqueza de América latina a los Estados Unidos y Europa. Fueron los años durante los cuales una importante cantidad de presidentes surgidos de elecciones sufrieron distintas suertes: algunos fueron juzgados y condenados por fraude y enriquecimiento ilícito (Collor de Mello, en el Brasil, Pérez, en Venezuela y Bucaram, en Ecuador); otros fueron públicamente identificados con asesinatos y narcotráfico (Salinas, en México), drogas y contrabando (Jaime Paz, en Bolivia), y venta fraudulenta de empresas públicas (Cardoso, en el Brasil).
» La presidencia de Menem tuvo la particularidad de combinar todos los vicios de sus colegas presidentes, con una diferencia: mantuvo el apoyo de Wall Street, la Comunidad Económica Europea y las más importantes instituciones financieras (FMI), Banco Mundial, BID).
» Menem es parte de la corte de presidentes latinoamericanos responsables de haber vendido a precio vil los recursos públicos más lucrativos en la historia de la región. De esta manera, el menemismo es parte de un fenómeno más genérico, el “peonismo (servilismo) político”: la utilización de la presidencia al servicio de las demandas y el espíritu adquisitivo de las corporaciones multinacionales.
» Comprender al menemismo es enfocarlo como un fenómeno relacionado con un patrón general de comportamiento en América latina. Los presidentes de México, Brasil, Chile, Venezuela, Ecuador, etcétera, sirvieron de instrumentos para hacer que la década del 90 haya sido la más lucrativa para los bancos y multinacionales de los Estados Unidos y Europa: cerca de un trillón de dólares en ganancias, pagos de intereses de la deuda, excedentes comerciales y pagos en concepto de regalías, sumados a la venta de la mayor parte de los activos de las empresas más valiosas, y la transferencia del control del grueso de los mercados internos.
» El peonismo político presidencial ha enriquecido a las clases capitalistas de los Estados Unidos, Europa y el Japón hasta un grado sin precedentes, al tiempo que redujo de forma sistemática el estándar de vida de las tres cuartas partes de la población.
» La política de Menem al servicio de las multinacionales fue representativa de todo el período en la región, ya que éste, al igual que Fujimori y Cardoso, pudo obtener durante una década un poderoso apoyo externo a su personal mando autoritario. Dentro de este subgrupo de presidentes autoritarios, el dominio de Menem se basó en una mezcla de intimidación política a través de agencias de inteligencia policial, control del Estado a través del partido justicialista y utilización del paternalismo estatal para controlar la pobreza urbana.
» Menem, como Cardoso en el Brasil y Salinas en México, representa una ruptura radical con las instituciones “nacionalistas y populares” de su país: el completo desmantelamiento de los programas de bienestar social y la venta de empresas públicas. La personal idiosincrasia de Menem, su extravagante pillaje del tesoro público para sacar fondos para sus placeres personales, los nexos de su familia con el tráfico de drogas y el contrabando, y su imagen estrafalaria de playboy, no nos debería distraer de su más consecuente conducta en lo atinente a la transformación de la Argentina en una sociedad altamente polarizada y totalmente dependiente del capital financiero de los Estados Unidos. »
Proviene del griego mono -'único'- y psonios -'compra'-, es una situación de fallo de mercado que aparece cuando en un mercado existe un único consumidor, en lugar de varios. Éste, al ser único, tiene un control especial sobre el precio de los productos, pues los productores tienen que adaptarse de alguna forma a las exigencias del comprador en materia de precio y cantidad. Esto le permite al consumidor obtener los productos a un precio menor al que tendría que comprarlo si estuviera en un mercado competitivo.
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