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Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.

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Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.

25/3/13

LA BANDA DE MARTÍNEZ DE HOZ








Manejaron la economía en los años nefastos de la dictadura. La mayoría se llamó a silencio durante el gobierno de Ricardo Alfonsín. Con Carlos Menem tuvieron un regreso con gloria. Algunos murieron, otros pasaron a la actividad privada y varios debieron rendir cuenta de sus actos ante la Justicia.





Ahora que el superministro del ’76 murió y se cumple un aniversario del golpe de Estado, vale recordar a quienes manejaron la política económica de ese tiempo nefasto. Muchos habían participado en previas dictaduras y algunos abrevado en el Club Azcuénaga, círculo de intelectuales, políticos y economistas conservadores que promovían Jaime Perriaux y el general Hugo Miatello. También, en centros de estudios de economía liberal desde los cuales asaltaron al Estado. El 29 de marzo de 1976 juraron todos ante Martínez de Hoz y Videla, que no se perdió la ceremonia.

Los secretarios fueron: de Hacienda, Juan Alemann; de Programación y Coordinación, Guillermo Walter Klein; de Industria, Raymundo Podestá; de Agricultura y Ganadería, Mario Cadenas Madariaga; de Energía, Guillermo Zubarán (muerto en un accidente aéreo de 1979); de Comercio Exterior, Alberto Fraguío, luego sucedido por Alejandro Estrada; de Comercio Interior, Guillermo Bravo; de Obras Públicas, Federico Camba (bautizó “Aramburu” a una de las autopistas que mandó construir); de Recursos Naturales, Fernando Puca Prota; y de Comunicaciones, general Alberto Vicente Nieto. Poco después se crearon dos secretarías nuevas, de Precios (Alberto Balbastro), y de Intereses Marítimos (capitán Carlos Guevara, no era pariente del Che).

Sus breves CV: Alemann, hermano de Roberto, futuro ministro de la dictadura, ya había sido funcionario tras el golpe de 1962. Walter Klein fue funcionario en el gabinete de Adalberto Krieger Vasena, durante el onganiato, y era socio de estudios jurídicos que representaban a bancos acreedores durante el endeudamiento forzado que se hizo desde 1976. Cadenas Madariaga estuvo ligado a la dictadura de 1955 –igual que Balbastro– y a otras posteriores, así como al grupo Perriaux (denominación derivada del mentor y líder del mismo: Jaime -Jacques- Perriaux, ex ministro de Justicia durante el gobierno de facto del general Agustín Lanusse). Fraguío también había ido al gobierno tras el golpe de 1962, más tarde con Onganía y estuvo involucrado en causas de violación de derechos humanos; era uno de los más duros y volvería luego con Bignone. Raymundo Podestá jugó un rol importante en la operación sobre Papel Prensa.

Otro hombre clave de Joe fue el jefe del Instituto Nacional de Planificación Económica, Manuel Solanet, otro ex asesor de Krieger Vasena. Ligado a FIEL y al grupo Perriaux, volvería como secretario de Hacienda con Roberto Alemann en 1981 y como funcionario de Ricardo López Murphy en el gobierno de la Alianza. Siempre su meta fue jibarizar al Estado. Su hermano Alberto estuvo en la Corporación de Abogados Católicos y presidió la Asociación de Abogados por la Concordancia y la Justicia, que defendió a represores en los juicios de la democracia.

Un asesor importante fue Mansueto Ricardo Zinn (luego menemista rabioso y quien muriera en 1995 en un accidente aéreo), quien con Pedro Pou (recientemente fallecido) y Nicolás Catena crearon el Rodrigazo de 1975, antesala del plan cívicomilitar cuya cara visible y pagador de platos rotos fue Celestino Rodrigo.




Los subsecretarios fueron: de Agricultura, Jorge Zorreguieta (padre de Máxima de Holanda, hasta entonces director de la Sociedad Rural Argentina y dirigente de los ingenios azucareros del Norte, una de las actividades que sufrió represión y desaparición forzada de personas; luego sería secretario del área); de Ganadería, Alberto Mihura (dirigente de la Rural de Gualeguaychú); y de Economía Agraria, Alejandro Estrada (otro ex asesor económico de Onganía y cuya tarea central fue intervenir la Junta Nacional de Granos; luego asumiría en Negociaciones Económicas Internacionales); de Programación, Aurelio Cid (secuestrado y desaparecido por un año, hasta que quedó a disposición del PEN por el caso Italo); de Coordinación, Miguel Padilla (asesinado por ese mismo caso); y de Comercio Exterior, Alberto Grimoldi.

El Banco Central quedó para el Chicago Boy Adolfo Diz y como directores asumieron Alejandro Reynal, Francisco Soldati (hermano del empresario Santiago, vinculado al caso Italo y asesinado por Montoneros) y Enrique Folcini (fallecido en 2010). Luego asumiría como vice Christian Zimmermann. Todos, igual que Martínez de Hoz y Walter Klein, tuvieron un rol preponderante en el endeudamiento del país y en casos como el de la Italo.

Finalmente, en la Comisión Nacional de Valores desembarcó otro íntimo amigo de Martínez de Hoz, Juan Alfredo Etchebarne. Y en el Banco Nación, Juan M. Ocampo.

¿Qué hicieron luego? Durante el alfonsinismo en general se llamaron a silencio, salvo alguna polémica de Joe con el secretario de Hacienda Mario Brodersohn, amigo de Walter Klein de los tiempos de Harvard a principios de los años ’60; por eso Brodersohn se solidarizó con él cuando el Congreso –durante su propio gobierno– lo investigó por la Italo, creyéndolo un hombre honesto, o cuando quiso y no pudo matarlo Montoneros. Tras bambalinas, contribuyeron a enlodar el plan de Bernardo Grinspun para reformar el sistema financiero. Pero no hizo mucha falta. Lo consiguió, desde adentro del Banco Central radical, su presidente Enrique García Vázquez.

Con el menemismo hubo regreso con gloria: Zinn, Pou y su ex asesor en el Banco Central del régimen militar, Horacio Tomás Liendo, Folcini, Alvaro Alsogaray. Y luego, y tras la etapa caballista con hegemonía de la Fundación Mediterránea, llegaron los del CEMA: los herederos del monetarismo de Chicago como Roque Fernández, Carlos Rodríguez o Pablo Guidotti.

Algunos derroteros posdictatoriales fueron éstos: Joe regresó al Consejo Empresario Argentino (CEA, usina golpista) y luego fue procesado por la deuda externa en el caso Olmos, prescripta. Estuvo en prisión domiciliaria por el secuestro de los empresarios Federico y Miguel Gutheim en dos etapas: 77 días hasta el indulto de Menem en 1989 y desde 2010 hasta su muerte reciente.

Reynal llegó a ser ejecutivo del banco estadounidense JP Morgan y luego CEO del banco de inversiones MBA Lazard. En 2007, fue nombrado por Mauricio Macri como director de ArteBA, pero por presión de artistas debió renunciar.

Klein fue querellado en 2008, con Joe y Alemann, por el asesinato de Juan Carlos Casariego de Bel, un técnico del ministerio secuestrado 1977 por negarse a participar del negociado de la Italo. Y Diz murió en 2008. Antes dio clases en la Di Tella y en la Ucema. Como otros ex funcionarios del BCRA fue querellado y embargado, y tuvo prisión preventiva por la quiebra o liquidación de bancos.

Solanet recicló en democracia en 1983 con su consultora Infupa y se especializó sobre todo en fusiones y privatizaciones. Está vinculado a FIEL y a la Asociación Cristiana de Directores de Empresas.

A Alemann, además de la querella citada, en 2010 le confirmaron procesamiento por “coacción agravada” contra un detenido en la ESMA, Orlando Ruiz.

Zimmermann fue delegado ante el BID en Washington, donde decía que “Argentina es un país donde ninguno quiere trabajar de sol a sol y mucha gente está jugando al fútbol un miércoles a las 3 de la tarde, por tres o cuatro horas” (él en cambio jugaba tenis, golf y sobre todo esquiaba en Chapelco). También dijo “la inflación ha muerto” y provocó aquella gran columna de María Elena Walsh. En democracia fue a juicio por su paso por el BCRA y las caídas de los bancos Hurlingham, De los Andes y otros, igual que sus ex compañeros Reynal y Diz. Fue asimismo investigado junto Etchebarne de la CNV (otro amigo de Joe) por la caída de Siderúrgicas Grassi, que benefició a Acindar, donde tenía intereses el mismo superministro. Tras un paso por American Express y Loma Negra, fue a Paraguay y fue “periodista” con una famosa frase, “escúcheme, señora”, símil del “doña Rosa” de Neustadt. Allí lo enjuiciaron por estafa en el banco Comercial Paraguayo. En 1996 fue su última aparición pública: lo detuvieron en Aeroparque por causas vinculadas a la quiebra del BIR y a la adulteración de documentos públicos.

Zorreguieta, quien no puede viajar a Holanda para las ceremonias de su hija por sospechas de su participación en crímenes de lesa humanidad, debió comparecer ante la Justicia por casos de desaparecidos. Empresario azucarero, dirigió la Copal en 200709, la principal entidad alimentaria del país y una de las más duras cuando de acordar precios se trata.

Estrada (“es lo mismo producir caramelos que acero” fue su aporte más importante) presidió desde 1993 el Banco Privado de Inversiones. Fue vocal de la Fundación Invertir, junto con Martín Redrado, y miembro de la Fundación Novum Millennium, de Domingo Cavallo, en 2001. Se refugió en la ultralibral Eseade, fundada por Alberto Benegas Lynch, que ha tenido como profesores a Emilio Cárdenas, Enrique Duhau o Juan Carlos Cachanosky.

De los asesores de Joe, el jefe fue Luis García Martínez, otro hombre del grupo Perriaux, años después vicepresidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y miembro de la Asociación de Bancos Argentinos (extranjeros). Y un asesor clave en el Banco Central fue Ricardo Arriazu, un ideólogo de la “tablita cambiaria”. Luego fue consultor de la City y comentarista de un gran y mismo diario en el cual, los domingos, suele publicar a su costado (incluso han salido sus fotos juntas, emparentadas en la misma página) una columnista que tuvo a compañeros masacrados para que pudiera ser impuesto el plan pergeñado por estos personajes.



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